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En 1946 el historiador Daniel Cosío Villegas recriminaba a los gobiernos emanados de la Revolución mexicana, dos cosas: falta de temple e incapacidad para gobernar.
Entre muchas otras cosas, el historiador Edmundo O'Gorman dedicó su vida a la docencia. Uno de sus alumnos, que no historiador, fue el escritor Germán Dehésa, quien a la muerte de su maestro escribió este lindo texto para recordar el magisterio de su mentor.
Extranjeros en México. Beltrami fue un viajero italiano que padecía de dos fobias: los españoles y los curas. Convencido de que el despotismo había desfigurado la historia de México, pisó suelo azteca para vengar el honor de los pueblos americanos…
En 1905 el historiador y político Francisco Bulnes decía que los mexicanos sufrían de un vicio: el de fabricar héroes y glorias patrias. La historia nacional, sentenciaba Bulnes, estaba plagada de un culto patrio exagerado, en el que cada palabra era una hazaña, cada letra un himno.
El 12 de septiembre de 1973, en el Día del Historiador, Luis González y González presentó su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia. Explicó la importancia de la microhistoria en la construcción del relato histórico monumental.
Gutiérrez Nájera, al mirar hacia el futuro, no anticipó que la modernidad porfiriana terminaría desencadenando una Revolución. Su percepción de la Ciudad de México la describía como una enorme tortuga, con sus patas extendiéndose hacia todos los puntos, simbolizando un crecimiento urbano que, sin él saberlo, marcaría el inicio de una profunda transformación en el país.