EPISODIOS
La Revolución mexicana no puede ser entendida sin el estudio de las mujeres partícipes en el movimiento armado. El intelectual magonista, Práxedis Guerrero, afirma que «la causa de la libertad, tiene también enamoradas».
¿Es deber de los ciudadanos participar en la vida pública de su país? Francisco Zarco nos lo cuenta en su texto «Apatía», escrito en 1850.
Los pueblos del continente americano, afirma Ignacio Ramírez en 1865, si buscan emanciparse de verdad, deben despojarse de las costumbres europeas; deben, en definitiva, dejar de imitar al viejo continente.
Los escritos de Francisco Bulnes están marcados por su idea de la función de la historia. El controvertido escritor, afirmaba: «La historia no es ni puede ser generosa, sino justiciera; la clemencia le está prohibida; su tarea no es hacer desaparecer a los hombres en el sepulcro sin epitafio, sino desenterrar, investigar, escudriñar, procesar, agobiar, abrumar, remoler a los hombres, tamizarlos entre las mallas de una crítica sin piedad, sin límite, sin vacilaciones».
Santos es el villano cegado por la ira, es, también, lo que nos heredó la Revolución: personajes para quienes la justicia social se logra a punta de balazos, mientras hacen alarde de hombría y machismo.
El diario de Ignacio Manuel Altamirano es un documento valiosísimo; no muchas veces los amantes de Clío tienen la oportunidad de echar un vistazo a la vida íntima de los protagonistas de la historia nacional. En 1870 el liberal decimonónico sentencia con ironía: «Hoy cumplo treinta y seis años. ¡Horror! Sí, hoy a las 11 de la mañana si no me equivoco, cumplí esa bonita edad, a la que es agradable haber llegado sin tener tras que caerse».
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