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Gonzalo N. Santos fue uno de los últimos caciques de la Revolución mexicana; controló durante muchos años a la clase política y a la prensa de su natal San Luis Potosí.
En 1946 el historiador Daniel Cosío Villegas recriminaba a los gobiernos emanados de la Revolución mexicana, dos cosas: falta de temple e incapacidad para gobernar.
Entre muchas otras cosas, el historiador Edmundo O'Gorman dedicó su vida a la docencia. Uno de sus alumnos, que no historiador, fue el escritor Germán Dehésa, quien a la muerte de su maestro escribió este lindo texto para recordar el magisterio de su mentor.