ESCRIBIENDO EL PASADO | Blog de historiadores
30 | septiembre | 2020
La declaración de neutralidad de México en la Primera Guerra Mundial
25 de septiembre de 1914
La Gran Guerra fue uno de los primeros conflictos en el que, de una manera u otra, se vieron afectados países de varios de los continentes del mundo. México no sería la excepción, aun cuando se mantuvo neutral a lo largo de la contienda. Esta posición es una de las actuaciones más reconocidas de Venustiano Carranza en política internacional. Sin embargo, poca atención ha recibido el carácter sui géneris de la declaratoria de neutralidad del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, hecha el 25 de septiembre de 1914.[1] La singularidad derivó de varios hechos históricos coyunturales que le permitieron al caudillo de Cuatro Ciénegas, arrogarse la representatividad de nuestro país ante la Primera Guerra Mundial y asumir un posicionamiento como sujeto internacional.
Un mes antes, el 14 de agosto, se rindió incondicionalmente el gobierno usurpador del general Victoriano Huerta, quien decidió irse del país ante el inminente avance de la corriente revolucionaria constitucionalista. Su líder, Venustiano Carranza, era el gobernador de Coahuila en el momento en que tuvo lugar la Decena Trágica. En esos diez aciagos días de febrero de 1913, con la anuencia de Huerta, se consumó el golpe de Estado en contra de Francisco I. Madero y Pino Suárez, presidente y vicepresidente de México en aquel entonces, así como su asesinato. Por esta razón, el coahuilense se levantó en armas y, a través de la firma del Plan de Guadalupe en marzo siguiente, se convirtió en el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en defensa de la Carta Magna de 1857. Su objetivo era vencer al general golpista, por haber quebrantado el orden legal y haberse adueñado de la presidencia del país por medios ilegítimos.[2]
Desde que inició su lucha, el entonces gobernador de Coahuila no sólo buscó cubrir los frentes de batalla necesarios para su avance en el interior de la República mexicana, sino que también intentó atraerse el apoyo desde el exterior. Principalmente de los Estados Unidos, el poderoso vecino del norte, pues muy pronto Carranza tuvo claro que las potencias europeas respaldarían al gobierno huertista, al ser reconocido por Inglaterra[3] al tiempo que se proclamaba el Plan de Guadalupe y por Alemania dos meses después.[4] Por esa razón, todos los esfuerzos constitucionalistas se concentraron en obtener el reconocimiento de beligerancia por parte de la Unión Americana. Otras motivaciones fueron que: el presidente Woodrow Wilson se rehusó reconocer al general Huerta, por los medios cuestionables a través de los que llegó al poder y; por su ubicación geográfica, al tener una extensa frontera colindante con los estados mexicanos norteños, en donde comenzó a tener preeminencia el constitucionalismo. El otrora gobernador de Coahuila trató de convencer al mandatario norteamericano de que suspendiera la prohibición de exportación de armamento hacia México, pues sólo era aplicada a los revolucionarios y no al gobierno de Huerta, pero no tendría éxito.[5] Sin embargo, la facción constitucionalista obtenía las armas y pertrechos necesarios para la guerra a través del contrabando con los estados sureños de los Estados Unidos.[6]
Al ser evidente que Huerta pretendía mantenerse en el gobierno y que los constitucionalistas estaban en franca expansión, desde Washington le otorgaron el reconocimiento de beligerancia[7] a la facción encabezada por el coahuilense, el 3 de febrero de 1914.[8] Si bien, con esto se logró que se levantara el embargo de armas a los revolucionarios, desde la Casa Blanca se urdieron otros planes para intentar definir el curso de los acontecimientos al mantenerse Huerta en el gobierno. Se propició la invasión militar del Puerto de Veracruz dos meses más tarde, el 21 de abril, con el objetivo de presionar a Huerta para que abandonara la presidencia, pero lo único que se consiguió fue un enfrentamiento con Carranza, pues lejos de unirse a los norteamericanos, enérgicamente protestó por la intervención. Se impulsó entonces la mediación de Argentina, Brasil y Chile en las Conferencias de Niagara Falls, pero no se logró resolver el conflicto entre México y los Estados Unidos. El caudillo de Cuatro Ciénegas envió a sus delegados tan sólo para reiterar su rechazo a la injerencia norteamericana y exigir la rendición incondicional del régimen huertista.[9] Esto finalmente se obtuvo a mediados del mes de agosto, como ya se mencionó, mas el retiro de las tropas estadounidenses se llevó a cabo tres meses después, el 23 de noviembre.
La intromisión de Washington generaría un ambiente ríspido con el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Sin embargo, dicha situación también le otorgó a Carranza la posibilidad de ejercer plenamente su estatus de sujeto internacional con capacidad de interlocución en foros diplomáticos, prerrogativa que obtuvo con la calidad de beligerante que el propio Wilson le reconoció. Y justo cuando el escenario de la Primera Guerra Mundial irrumpió en México, le tocaría al caudillo de Cuatro Ciénegas tomar una postura al respecto. El conflicto iniciado el 28 de julio de 1914, comenzó a tener una impronta en nuestro país un mes más tarde, precisamente cuando el régimen de Huerta, que había sido reconocido por las potencias europeas involucradas, ya había capitulado. Así que no le quedó más remedio a Thomas Beaumont Hohler, encargado de negocios de Gran Bretaña en México, que dirigirse a los constitucionalistas para solicitar que evitaran suministrar de carbón al buque alemán Leipzig. El 18 de septiembre del mismo año, el diplomático británico le dirigió una misiva a Isidro Fabela, representante carrancista, en donde denunciaba que el navío se había provisionado del combustible a principios de agosto de ese año en Bahía Magdalena o en La Paz, y en Guaymas el 8 de septiembre. [10] Hohler le hacía ver que, de acuerdo con el artículo 20 de la Convención de La Haya de 1907, los países neutrales debían evitar que el aprovisionamiento de los buques de los Estados en guerra se diera en un plazo menor a tres meses, por lo que solicitó que el gobierno constitucionalista se apegara a tales preceptos.[11]
Venustiano Carranza aprovechó sin duda el incidente y con prontitud respondió que ya había girado instrucciones, vía telegráfica y ampliadas vía correo postal, a jefes de puertos de la costa del Pacífico y comandantes de buques de guerra nacionales, para que se respetaran estrictamente los principios de dicha Convención.[12] La presteza en la reacción del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista ante la petición británica se debió no sólo para despejar cualquier duda que se tuviera sobre su neutralidad, sino para dejar constancia del reconocimiento tácito que la diplomacia inglesa había hecho al dirigirse oficialmente al gobierno provisional del coahuilense y así poder ejercer su carácter de sujeto internacional derivado de su calidad de beligerante. Posición que reforzó con la declaración oficial de neutralidad de México ante la Gran Guerra, el 25 de septiembre de 1914, en plena escisión revolucionaria, tan sólo 15 días antes de que diera inicio la Convención de Aguascalientes, en donde se intentarían dirimir los conflictos entre facciones. Lo que indica que el caudillo de Cuatro Ciénegas reforzó la legitimidad de su liderazgo en la esfera internacional, a través de la ampliación del reconocimiento de beligerancia otorgado al movimiento constitucionalista que dirigía, lo que sin lugar a dudas contribuyó para que finalmente triunfara por sobre el resto de corrientes revolucionarias.